miércoles, 1 de abril de 2015

ESPAÑA Y SUS POLÍTICOS


     A nadie,  medianamente interesado en el tema, le extraña que una mayoría de  intelectuales célebres  fracasaran durante la II República al ejercer como políticos. Uno de los mas importantes, entre éstos lo fue Don Manuel Azaña. Protagonizó un triste papel que pudo glosar antes de su muerte. Lúcido en sus juicios, dejó  ver la gran distancia existente entre su discernimiento y el de la inmensa mayoría de sus conciudadanos.
    Los intelectuales al servicio de la República, que tantas esperanzas depositaron en el cambio  de aquellas fechas, fueron poniendo los primeros reparos a la llamada "acción directa" ejercida en las más céntricas calles, sin rebozo alguno, por la extrema izquierda. Ortega nos brindó, a modo de advertencia,  el artículo titulado "No es esto; no es esto". Detectó el fracaso. La distancia cultural,  incluso económica, entre los republicanos de la base y los de la cúspide, era fabulosa. Aun reconociendo los afanes de los más desasistidos, no podían entenderse.
   Desde de esa realidad, se comprende que significados anarquistas interpretaran el desengaño de sus seguidores: "Hemos sido la palanca que movilizó a las masas para traer la República,  y resulta que seguimos gobernados por una burguesía despreocupada de la "famélica legión".
  Ellos querían  la que pronto se popularizó como "revolución del proletariado". Las clases medias en su mayoría fueron atesorando miedos. Y el miedo las llevó a reaccionar contra la anunciada revolución después del ensayo de octubre de 1934.
  Cuando el Frente Popular se alzó con la victoria en las elecciones de febrero de 1936 desde esa extrema izquierda entendieron que había sonado la hora de hacer justicia. Se mostraron decididos a ejercer el poder de hecho, allí donde tenían fuerzas para hacerlo. La reacción no se hizo esperar. Los políticos al uso se vieron en su mayoría desplazados. Así empezó la guerra.
   No digo que la situación sea parecida. No lo es. Pero tampoco creo que la democracia se haya instituido para que nuestros políticos anden  todos los días a la greña.
   Eso es todo.

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