lunes, 20 de abril de 2015

LA DEBILIDAD DEL ESTADO NACION

   Al pronto surge la desgracia: una embarcación cargada de inmigrantes naufraga y deja centenares de víctimas. Y todos miran al Estado nación, dentro de cuyos límites se registra el  suceso, pidiendo responsabilidades; las críticas suelen ser duras y universales.
    El fenómeno migratorio -que siempre existió- ha cobrado dimensiones extraordinarias coincidiendo con la globalización. Y quiérase  o no, los países receptores de emigrantes, intentan conciliar la aplicación de los derechos humanos en favor de los que llegan, con la reducción a justos límites de la población migratoria, en favor de los autóctonos de cada país.
    Al final descubrimos que no se pueden poner puertas al campo y que para abordar la solución de este problema, hay que elevar las condiciones de vida de los  posibles emigrantes en sus  países de origen. Y esto solo puede conseguirlo una agrupación de naciones.
    O dicho de otra forma: esa solución no pueden abordarla naciones como España, Italia y otras, por carencia de medios;  ni siquiera las mejor dotadas de cada continente, porque estamos ante un problema globalizado que exige soluciones globales.
    Este problema -como el mercado de drogas, o la trata de víctimas del sexo,  o la venta de armas, o los  paraísos fiscales y otros negocios químicos, energéticos, etc. están en manos de clanes corruptos internacionales y son causa de una podredumbre generalizada en la que participan, en demasiadas ocasiones los políticos de  Estados donde las poblaciones están culturalmente indefensas.
   Creo en las buenas intenciones de nuevos políticos que ofrecen un paraíso de buenas costumbres cuando ellos gobiernen. Pero no creo que lo consigan, primero, porque tal y como está el Mundo no pueden y, segundo, porque la codicia humana  anidará junto a los poderosos que vayan ocupando el poder;  por buenas que sean sus intenciones y propuestas; como siempre ha sucedido (y sucede) la codicia se arrima y corrompe, precisamente,  a los que tienen mando en plaza.

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