Les confieso humildemente que no soy un experto en asuntos económicos y que personalmente las he pasado canutas en bastantes ocasiones debido a mis penurias, a mis escrúpulos y a mi ignorancia, por este orden.
Para mejorar mi poder adquisitivo viví algunas aventuras de poca monta y siempre me daba el porrazo por mis penurias, mis escrúpulos y mi ignorancia. Un día sumé las pérdidas y me asusté. Y dándole vueltas al asunto, me encontré con esta verdad: "tú (por mi) no tienes ni remota idea del significado que tiene el hábito del ahorro".
El ser humano, en general, no se siente satisfecho con lo que tiene y quiere más.Y paradójicamente, cuanto más tiene más quiere. Pero no por la vía del ahorro que exige sacrificios. La codicia nos aconseja que sigamos la vía del riesgo que en sueños es la más rápida. Y además, seguir también el consejo más generalizado: para ser feliz has de consumir mucho y de todo. Los expertos son los expertos y solo le falta al asno que lo llamen burro.
El político, el bueno, o sea el que no roba (vamos a ser claros) maneja un arma que no falla: promete a los pobres porque al verlos tan necesitados, sabe que por fijarse en ellos, se lo van a agradecer con el voto (tome nota Don Mariano); promete a los menos ricos, porque esclavos como son del "tengo poco y quiero más", saben que a nada que consigan un empleillo (aunque sea a media jornada) y algún subsidio, hasta pueden cambiar de "tele" para mejor ver a la princesa del pueblo (tomen nota los primeros espadas que siguen a Don Mariano.); y prometen -no lo olvidemos- a "las clases medias" (como las menciona Don Pedro el del PSOE de los obreros), empezando por sus retoños a los que hay que garantizar el botellón, el porro, el polvo, la píldora post-coital y, por añadidura, los estudios universitarios, para que, al fin se nos marchen a Alemania y a los países nórdicos a servir de camareros.
Pero prometer, no se olvide, no es lo mismo que cumplir.
A la vista de este panorama, los ricos, -que de tontos, salvo alguna excepción, no tienen un pelo- se han llevado ya sus caudales a otras latitudes con mejor clima, para -según su doctrina- no hacer el primo. Los pobres y menos ricos votarán a los que más prometen aunque solo sea por chingar a los que no cumplieron. Las clases medias, voten a quien voten, pagarán el pato.
¿Y qué puede hacer uno? Buscar la pela como sea y ahorrarla para estar clasificado, por lo menos, entre "las clases medias", crédulas hasta la pasión y último recurso de los políticos.
Visto este papelón que representan la meritadas "clases", podían esos políticos tener en cuenta sus escasos ahorros. Pero no, nunca se privan de pasarlos por la piedra fiscal y mermar la miserable renta que rinde el ahorro familiar, frente a los sustanciosos intereses exentos, con los que saltan de gozo los que viven bajo el paraguas de la macro economía con sus dineros fuera de España. Estar pringado de macro economía es un chollo. Vivir de la economía familiar, una "M" "pinchaita" en un palo.
Ya sabe ¡Vote en conciencia!
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