martes, 21 de abril de 2015

CORRUPCIÓN Y REGENERACIONISMO

   Los españoles, según testimonios históricos y literarios, participaron en aventuras prodigiosas casi todas ellas contadas con apasionamiento patriótico y ensalzadas con si fueran gloria bendita.
   Un testimonio  inquietante, bien sea historia o simple leyenda, nos lo dejó el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, emparentado con Fernando el Católico. Fue precisamente este rey quien le pidió cuentas sobre el manejo de fondos puestos a su disposición  para guerrear en Italia.
   Don Gonzalo se sintió infamado y se justificó con un rasgo literario  chulesco y con ropaje de alta alcurnia. Remitió al rey  sus cuentas: "Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados. Por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados..." Y terminaba: "Por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey, al que he regalado un reino, cien millones de ducados..."
    Y esta lección nos la enseñaban, ensalzando el señorío del Gran Capitán y la falta de delicadeza del Rey Católico.
    De ahí en adelante, los fracasos hacendísticos de los gobernantes que se sucedieron en  los distintos reinados de Austrias y Borbones, se silenciaban. Y así llegamos al siglo XIX cuando los españoles padecen los males de una corrupción heredada que deriva en ignorancia, hambre, enfermedades y miserias, sobre todo, del pueblo llano.
    El despertar de ese pueblo español es lento y tardío. Frente a la corrupción muy extendida en una nación donde el índice de analfabetismo es muy elevado, surge una corriente regeneracionista. Una misión imposible entre gentes que utilizan la cabeza más bien para embestir que para pensar.  Lo malo de todo esto es que los políticos, dicen de nosotros los votantes, que somos muy listos.
   No digo que no. Pero me huelo que algo falla cuando escuelas y universidades españolas -según noticias facilitadas por instituciones extranjeras- estamos en la  cola e los países mejor preparados.
   Y en medio de este retraso perdiendo el tiempo en saber si somos galgos o podencos.

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