jueves, 6 de febrero de 2014

CIUDAD DE PASO

Vitoria es una ciudad de paso. Ya lo era antes de que España se constituyera en Nación. En tiempos de Carlos III -promotor de caminos, canales y puertos-,se abrió el camino real entre Madrid y la frontera con Francia y confirmó esta vocación de ciudad de paso; y por Vitoria cruzaron los ejércitos de Napoleón, el mismísimo Emperador, el Rey José y toda la cohorte de generales y jefes de aquella tropa. Luego llegarían personaldades de toda Europa, viajeros famosos, que escribieron brillantes páginas sobre la capital alavesa. De alguna forma Vitoria ha de pensar en ser ciudad de destino. Esto es compatible con su situación geográfica y con sus buenas comunicaciones. Pero es que además está a tiro de piedra de la privilegiada Rioja alavesa productora de afamados vinos, de la sin par Vizcaya notable por muchos conceptos, de la turística Guipúzcoa, de la auténtica cuna del castellano hablado en el valle de Valdegovía y comarcas que lo rodean, de unas salinas mágicas e inmemoriales en Añana, y del condado independiente de Castilla la Vieja, tan desconocido o poco apreciado fuera de los focos de erudición que tan unida la consideran a la antiquísima Vasconia. Si me hicieran caso -no se preocupen, no lo harán- alguien en Vitoria debería interesarse en estudiar las posibilidades que la ciudad ofrece para hacerla estación de destino.

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