lunes, 24 de febrero de 2014

CAMINO PARA GANAR

Es indudable que el sector que aspira a que Cataluña sea una nación soberana -y en consecuencia independiente para empezar del resto de España-, sean las que fueren las razones que esgrima, nos ha colocado ante un serio conflicto al resto de los españoles. El sentido común aconseja, para que el conflicto no se envenene, seguir la vía del diálogo para acortar distancias y llegar a un acuerdo en paz y en gracia de Dios. Esto es lo que se intentó y se hizo en los albores de la democracia y de ahí nació un régimen autonómico para toda España que, tanto los catalanes como los vascos adscritos al sector soberanista consideraron insuficiente y dilatorio, con lo que anunciaban que el conflicto se plantearía de nuevo y con más virulencia en un futuro no lejano. No hacen falta especiales dotes para adivinar que el diálogo bien llevado tiene efectos balsámicos, y ésta es una de las razones que se dan para no desdeñarlo. Pero no es menos cierto que entre los que solicitan el diálogo y los que lo aceptan se dan dos puntos de partida: unos ven en ese diálogo un camino para ganar y otros para no perder. Naturalmente llevan ventaja los primeros. Si aplicamos esta observación al caso que nos ocupa -conflito con Cataluña- la cosa no puede estar mas diáfana: Cataluña va a ganar y el resto de España a no perder. Mal asunto para estos últimos. Otra cosa bien distinta podría suceder, si España, sus políticos,y/o alguno de sus Gobiernos -adelantándose a los acontecimientos que se veían venir- hubiera concebido un proyecto de Nación autonómico realista e imaginativo, pero sobre todo racional y lògico. Hay dos principios: el de proporcionalidad y el de subsidiariedad que bien enunciados, permiten el diálogo para ganar y crear una nación en vías de engrandecerse. Pero los políticos españoles son como son: muy listos para con tomate. ¡Ya lo estamos viendo!

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