viernes, 1 de junio de 2018

¿Y AHORA; QUË?

     Paradoja: El PSOE va a gobernar en España con el presupuesto heredado de su adversario. ¡Si no lo veo, no lo creo! Y para pasar el trago, nos dicen que llueve, cuando la  realidad indica que se están meando unidos tirios y troyanos, sobre la clientela propia y extraña.
      ¿Cuál puede ser la reacción de los constitucionalistas de buena fe?
     La líder sociata y andaluza señora Díaz, estará  mordiéndose  las uñas; y los vasco españoles, también sociatas, con residencia en Euskadi, irán acercándose al "batzoki" de la esquina para bautizarse como vasco conversos, pero de buen cuño. 
     Y los demás, ¿ahora qué? 
      Veamos fríamente el estado de la cuestión: el PP cayendo en barrena, difícilmente puede aterrizar con éxito en campos boscosos; el PSOE se ha metido en un barranco del que probablemente no va a salir indemne, si es que sale; los del CS están remontado  un pico agreste para implantarse en toda España, tarea casi imposible.  ¡Y no hay más! Ahí se acaba esos que se sienten hijos de España entre  los políticos de hoy.
      Esta es la consecuencia a la que llegan las democracias de papel. Estamos al borde del secesionismo, por una parte, y del populismo con puño cerrado por otra. Así empiezan las guerras civiles en todo el mundo inculto: por cultivar la mentira.
      Y España, cuya población no  ha asumido en clara proporción el significado ortodoxo del concepto democracia, ya cobran carta de naturaleza los excesos verborreicos  por medio de eso que llaman libertad de expresión. 
      En fin: hay que empezar de cero y eso cuesta un ojo y la yema del otro.
      A mí me parece que el desequilibrio político que se avecina, sólo podrá frenarse si las clases medias y bajas -que son las llamadas a pagar los platos  rotos-   empiezan a formar grupos defensivos frente a todo abuso del poder político, sea del color que fuere. Y fijense: esos grupos decisivos tienen  que pensar en tener su propia escuela (para padres e hijos)  y sus propios bancos o cajas de ahorro. 
      ¡Claro que hay que empezar de cero! 




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