sábado, 2 de junio de 2018

CON EL QUE BIEN ME HICIERE...

   Voy a empezar con un ejercicio de lógica sencilla. Voy a elegir, sin otra guía que la inspirada en una ética limpia de egoísmos. un ejemplo de la vida misma.
    ¿Qué  es lo bueno? ¿Poner la economía al servicio del pueblo, o el pueblo al servicio de la economía? En el primer caso, se supone, el dinero termina por mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía; en el segundo, sucede todo lo contrario son los ciudadanos los que aportan una gran parte de sus bienes, para que vivan  mejor y en mayor número los políticos. 
     Esa es la realidad pura, dura y cruda. ¿Por qué engañarnos?
     Ahora viene la parábola que, como es sabido, no es otra cosa que  una narración breve y simbólica de la que se extrae una enseñanza moral. Parábola que cobrará todo su valor,  si va precedida de un silogismo que hará historia.
      Es cierto que el PP, partido constitucionalista,  compró la voluntad del PNV, partido secesionista, (secesionismo equivale retirarse de una entidad o unión política) para que votara a su favor, a cambio de concesiones económicas que soportaría el pueblo español; y no es menos cierto que el sujeto adquirente, reafirmó su secesionismo  y acordó la reventa de ese voto a otro partido constitucionalista, al PSOE;  el mismo voto, nadie sabe a cambio de qué, pero se supone que la tajada a cobrar aparecerá más o menos tarde.
      Estamos ante una versión moderna de  aquello que los antiguos consideraban  que era "alzarse con el santo y la limosna", como manda la santa democracia..
      Y ¿dónde está la lógica?
     Los unos  dicen que todo es bueno para el convento, pero nunca se sabe; por si acaso cargan con la putita a cuestas... Otros, menos melifluos, se alzan con la ganancia y en cuanto pueden la convierten en chalet de lujo entre jardines para uso propio (con dignidad, claro está). 
     ¿Se entiende? Los tontos -no todos- se manifiestan en las calles o votando  a beneficio de inventario.
      ¿Es lógico?

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