jueves, 7 de junio de 2018

EL CAMBIO QUE VIENE

     Todo político que se precie ha de ser, por principio, sensible a la respuesta que piden las masas para sus proyectos de felicidad: pretenden darnos una vida digna gracias a su doctrina y, naturalmente, a su conducta honrada a carta cabal.
     No se sabe por qué, pero  los políticos,  cuando alcanzan una cota de poder de repente, de un día para, otro -como sucede tras ganar unas elecciones- cambian el semblante  y se auto clasifican como seres excepcionales  por aquello de que muchos son los llamados y pocos,los elegidos.
     Todo es optimismo. Ya se sabe, por ejemplo,  que hay que meterle mano al problema de los jubilados que han perdido poder adquisitivo mientras la banca corrompida, para más escarnio, recibía ayudas con  el dinero oficial, que no es de nadie pero aportamos entre todos.
     Desde la oposición al poder público, se cantan las soluciones a voz en grito, porque nada tan rentable para alcanzar un puesto de mando, como servirse de las prédicas salvadoras que ofrecen los aspirantes, ahora empoderados, que juegan a que la patria sea suya en exclusiva.
      Yo -perdonen el ego- no los creo porque sus promesas solo puede cumplirse si a la vez, unos pierden para que otros ganen.
       Veamos el caso de los jubilados; veamos las soluciones que se barajan: retrasar la edad de jubilación, mermar las percepciones de los que más cotizaron, pasar el déficit a cubrirse por los fondos tributarios, legalizar la muerte dulce de los más ancianos,  dicho con maneras científicas.
       Nadie quiere enfrentarse a la dura realidad: guardar fondos para  la vejez, algo ya inventando. Consistía en ahorrar- Pero ¿quién puede hoy ahorrar en España? ¿Los políticos?
       Me parece admirable el ejemplo dado por don Pablo Iglesias , el vivo, en coordinación con su señora: comprarse un chalecito que pagarán con sus ahorros, mientras se defiendan en su vida activa, para asegurarse un retiro digno.
       ¿Pero cómo se encauza al "personal" por estas vías? En la escuela y con buenos maestros. No lo olviden.



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