No se negará que los partidarios del centrismo vasco -interclasista, solidario e identificado con la idea de prosperar sin romper España- guardan silencio como si no tuvieran algo que decir, y mucho más que hacer, ante la crisis política que nos afecta.
En momentos como éste que vivimos, se palpa que el centrismo del País Vasco ha sufrido tres carencias: un ideario motivador, unos líderes con personalidad y una trayectoria ejemplar. Y quiero qe se entienda bien: este último punto no es atribuible a los políticos del centrismo vasco. Llegaron a influir desde fuera.
Los políticos centristas vascos (de aquí) se distinguieron por su entrega y sacrificio bajo un clima terrorista, dicho con toda claridad. Los políticos (de allí) los mandamases, no acertaron a tratar el problema vasco, ni siquiera a comprenderlo.Todo lo contrario: en lugar de volcarse en favor de sus votantes, prefirieron entregarse con el regalo en bandeja a los vascos nacionalistas e ignorar a los vascos centristas.
El último caso es un ejemplo que deja en ridiculo y convertidos en tristes mensajeros a los políticos centristas (de allí) que compraron cinco votos con dineros que avergüenzan; votos nacionalistas que se pasaron al otro bando a las primeras de cambio.
Por los años previos a la Transición, consta fielmente, hubo intentos, gestionados por eminentes centristas vascos, para que el Gobierno de Madrid promoviera el retorno del Concierto Económico Vasco a Guipúzcoa y Vizcaya. Lo negaron y hasta hicieron el ridículo al anular el texto literario y mantener intangibles sus efectos económicos. Luego se lo darían a los nacionalistas vascos.
El centrismo vasco existe pero le da vergüenza manifestarse para que no lo confundan con la "manada". Aspiración que coincide con los deseos de otros muchos centristas de España, que taambién se han visto defraudados.
Los hechos cantan. Y el desánimo juega un papel muy importante en el devenir político. ¡Ya se verá!
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