A saber: un país es rico tan pronto lo sean sus moradores por mayoría, contados de uno en uno, al margen de las estadísticas oficiales. Si hay pocos habitantes muy ricos y la mayoría es pobre, el país también lo es.
En España sucede algo algo así: entre los parados, los trabajadores con salarios de hambre, los jubilados con pensiones ridículas y los emigrantes, se cuentan millones de personas que están sufriendo un mal vivir , sufriendo carencias indignas.
En consecuencia España es un país con millones de pobres y el resto, las clases medias, tienen que pagar fuertes sumas para costear los gastos que esa pobreza genera. Los ricos tienen sus paraísos fiscales, y no es demagogia.
Unida a la pobreza y a un complejo estado de cosas, están los gastos causados por las administraciones centrales, autonómicas y locales, con sus correspondientes añadidos políticos de signo creciente. Todo ello hace que aumente la presión tributaria y que la vida resulte difícil. Cuántos más políticos salten a la cancha, se necesitan más funcionario y más bocas que van a comer gracias al fisco.
El País Vasco es uno de los pocos territorios donde esta pobreza es menor y en consecuencia más llevadera. ¿Por qué? No me siento capaz de exponer las causas de este hecho, pero supongo que en alguna medida influye el régimen de Concierto Económico, sobre cuya existencia convendría dialogar algún día, porque las excepciones tienen sus detractores.
Claro está: las CC.AA. de régimen común miran hacia el País Vasco y concluyen: nosotros, ¿por qué no tenemos algo parecido? Y claman al cielo. Ya hay un partido (Ciudadanos) que también clama, y hace fortuna ante los votantes del régimen común.
No quito ni pongo ideas; sólo constato hechos. El clamor está tomando tierra. Y puede convertirse en problema que no perdona; un problema de todos.
Lo digo con dolor.
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