Han tomado posesión de su cargos los nuevos ministros y ministras del Gobierno de España; un Gobierno socialista auténtico, surgido de un anormal comportamiento de los partidos secesionistas y populistas que deseaban desplazar al PP al precio que fuera. Alea jacta est.
¿Qué pasa aquí? Si el centro - derecha hubiera hecho algo parecido lo habríamos tildado de corrupto. Tratándose de otras ideologías, se ponen los aludidos, en fase admirativa, a cantar glorias épicas. Pero algo no cuadra. Que los citados secesionistas y populistas se sientan víctimas al servicio del constitucionalista PSOE y a eso se limite la respuesta, resulta extraño si tenemos en cuenta comportamientos anteriores.
A no ser -todo es posible- que la jugada esté encubriendo una reforma de cuyo alcance no se tiene noticia, por lo, menos para los no convencidos de que sea necesario un nuevo sistema autonómico basado en que España es una nación de naciones. Si así fuera, estaríamos ante un episodio equivalente en su desarrollo al que se confió a Adolfo Suárez para salir de una dictadura gastada y pasar al goce de una democracia autonómica con notables deseos disgregadores.
A los que, como a un servidor, les parece que lo racional y positivo es proclamar y defender los derechos individuales ante los derechos colectivos, la desaparición de fronteras frente a la creación de otras nuevas, la riqueza personal frente a la pobreza comunal, un Gobierno minoritario no elegido conforme con el voto de la mayoría, es una trampa; y si además se le quiere hacer durar dos años o más, es una burla.
Los síntomas no presagian una buena salida de esta emboscada. Ojalá me equivoque.
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