La palabreja "homeóstasis" nos indica que todo ser vivo, para no perecer, ha de guardar un equilibrio. Los alimenlos, los ejercicios, el reposo, la higiene, la fatiga etc.etc. del ser humano han de responder a esa norma para funcionar sin romper la salud. Cuando uno llega a viejo o cae enfermo, constata que la pérdida de esa salud no es otra cosa que la ruptura del equilibrio vital. Por ahí llega la decadencia y hasta la muerte.
Para evitar o reducir los excesos de ese de desequilibrio, aparecieron los médicos. Y de la medicina se ha hecho una ciencia. A los profesionales del ramo se les exige una capacitación precedida de diez años de estudios y de progresivas prácticas para ejercer con garantías de éxito la perduración del equilibrio y reducir las amenazas de su ruptura.
Las agrupaciones colectivas de los seres humanos ,(desde la tribu a las grandes naciones) para vivir dignamente, necesitan -como todo ser vivo - mantener un equilibrio político-social que cuide el bienestar de quienes integran los pueblos. Por ejemplo, cuidar que la riqueza o la pobreza no pase de ciertos límites, para de esta forma evitar excesos que solo conducen a propiciar corrupciones, abusos, injusticias y guerras que rompen la salud social.
Dicho ésto, usted lector comprobará que el ejercicio diario del poder político en España, está, en su mayor parte, en manos de unos personajes que se titulan demócratas, pero constituyen algo que patentemente se distingue a distancia por su mediocridad. Limitación que sufrimos todos, incluso los mejor preparados del lote. Les faltan, a un inmensa mayoría de políticos, diez años de estudios y prácticas. La política es tan sagrada o más que la ciencia médica.
Lo que pasa, y así se organiza España con el pretexto de proteger nuestra salud política y social, es propio de una política donde prima la mediocridad. Por eso se palmean entre ellos.
No buscan el equilibrio.
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