sábado, 3 de junio de 2017

EL BIENESTAR TIENE UN PRECIO

     El objetivo a conseguir y que justifica la existencia de los partidos políticos y de los gobiernos que de ellos emanan, es el logro de un Estado del bienestar. Estado que, traducido a hechos palpables, se concreta en que los ciudadanos,  en toda la extensión del término,  reciban con carácter gratuito, por lo menos la asistencia sanitaria, la enseñanza y  un retiro digno cuando por edad o enfermedad se vean limitados en el ejercicio de su trabajo. Algo se lleva conseguido, es cierto, pero con el sacrificio de los más trabajadores.
      Y empleo el término "gratuito" a sabiendas de que, antes o después, todo tiene un precio. El problema de España -y de muchos otros países- viene de que sus ingresos como nación, no alcanzan para satisfacer todas sus necesidades. Y lo del "bienestar", si se mantiene  más  o menos, es sobre  la base, tan vieja como insuficiente,  de vestir a un santo desnudando  a otro.
      Esta crisis, esta carencia de medios, esa desnudez de santos,  generan  descontentos sociales y, para remediar el mal,  por generación espontánea, surgen nuevos políticos que, en su mayoría, nos ofrecen su sacrificio personal (dispuestos a dejarse la piel en el camino) a cambio de corregir vicios, desfacer entuertos, restaurar la honradez de todos, iniciar el juego limpio y otras bienandanzas que devuelvan al pueblo llano, a los mas débiles, la vida digna que se merecen, En suma, el Estado del bienestar.
      El inconveniente de todas estas venturas es que entre los "milagreros", más conocidos como falsos políticos, muchos recién llegados, aunque unos lleven barba  y otros trenza,  se dedican, como atención preferida, a su persona y su futuro y, luego,   a los suyos y a sus más directos colaboradores. Y llegados a esa situación, -piensan ellos- hay que luchar porque dure.
     Está en juego su bienestar. ¡No  lo olviden!

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