martes, 25 de abril de 2017

EL CAMBIO QUE TRAJO LA IMPRENTA

     A medida que la imprenta se fue popularizando y el papel sustituyó al pergamino, las ideas se divulgaron con más facilidad y cientos de miles de personas se vieron obligadas a  plegarse al cambio que esto supuso; un  cambio de conducta. Progresabas o conservabas;  ibas a tono con los nuevos conocimientos o te agarrabas a una tabla considerada de salvación, que en realidad no lo era; una tabla  que te permitía flotar  pero sin rumbo, siguiendo  la corriente.
      Aquella velocidad de la idea impresa se ha  multiplicado exponencialmente con la divulgación que facilita la electrónica. Millones de personas se mueven motivadas por las divulgaciones analógicas y sobrepasan  las limitaciones  digitales. El mundo vive un acelerado cambio.
      La sociedad de nuevo se divide: unos quieren progresar y otros conservar. Esto lo perciben millones de personas que no paran,  influidas por esta  circunstancia. Este movimiento origina nuevos cambios que unos los aceptan,  otros los explotan y muchos los sufren.
      El dinero que mueve voluntades está en plena combustión, porque el volcán está vivo y a muchos mortales les ha pillado cambiándose el pijama. Hemos tenido,  en cosa de meses,  tres casos inesperados como consecuencia de sendas convocatorias electorales: el de los EE.UU de América, el del Reino Unido y el de Francia. No hemos hecho sino  empezar. En el fondo, todo se universaliza. Suena la campana de la Bolsa en Londres y se mueren hambrientas las gentes en el último rincón del Mundo. Es cosa de minutos.
      Esto pasa: el capitalismo se universaliza, se lanza a existir y a luchar cada día hasta en el último rincón de la tierra habitada por el hombre. Las masas no están capacitadas para defenderse con medios normales de las garras que nos proporcionan  las nuevas técnicas. No vale estar encuadrado dentro de los límites de una nación. Un misil no reconoce fronteras; un ordenador tampoco. O los países se integran en proyectos supranacionales o se dejan llevar por la corriente. No están en juego sólo el capital y el destino de las masas proletarias. Si, lo están los supuestos derechos colectivos de las naciones, frente a los derechos humanos individuales, tal y como fueron proclamados por las Naciones Unidas hace décadas.
       Casi nadie habla de todo ello; los comentarios más jugosos se exprimen  a costa de la anécdota personal. Y lo que tenemos encima son principios  a los que amoldarse . Principios que están al caer y que pueden pillarnos entumecidos.
       Los mortales prevenidos piden un cambio de escuela.

 

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