sábado, 26 de octubre de 2019

VIVIMOS UN PROCESO CRÍTICO (3)

     Estos días, insertos en un período electoral, resultan ser propicios para servir, a quienes tienen derecho al voto, las más deliciosas ofertas con las que vivir un futuro hermoso, feliz, celestial.
     Es cierto que el número de incrédulos crece y las abstenciones, también. Y sin darnos cuenta, el pintoresco bienestar que pregonan los más audaces políticos,  es un rito con el que fortalecer al sacerdocio de la Democracia que sustituye al casi desaparecido eclesiástico que nos prometía el cielo.
     El voto de nuestros días  es muy prosaico. Cada día se cotiza menos la ideología partidista. El equipo de los elegibles puede ayudarnos a colocar a un hijo o a una hija en las mil ocupaciones bien pagadas que se inventan; todo político que se precie, si es conspicuo y se gana una vacante, resulta casi siempre generoso  con el dinero que era de todos. No es la idea; es la esperanza del chollo la que mueve voluntades.
    ¿Y usted vende su voto? Ya lo tengo dicho: sólo pido a cambio de mis papeletas un café y media hora de compañía durante la cual disfruto viendo como se pierde el tiempo en nombre de la santa democracia, que por cierto creo en ella, la respeto y me duele que se cite sin ton ni son y en su nombre se vendan voluntades a cientos y se consoliden mil chapuzas.
     O sea que el voto ¿se vende? No todos lo venden, claro está, y eso nos puede salvar, Pero en tiempos críticos, como los actuales, la epidemia se instala y la ofrecen como si fuera gloria.
     Por ejemplo:¿Qué pasaría en Suiza si la llenáramos de españoles? Pues eso.¡No echemos la culpa al maestro armero!

     

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