sábado, 19 de octubre de 2019

HAY QUE RENDIR CUENTAS

     Lo malo de España son los españoles. Todo por un irremediable y falso concepto de su valía. El mejor negocio: comprarlos por lo que valen y venderlos por el valor que ellos se otorgan.
     Pregunta al canto: ¿Y usted dónde se sitúa? ¿Cómo se valora?
    ¿Yo? Respondo: soy un arrepentido, una piltrafilla, un latino nacido y  criado con salsa mestiza en un pueblo llamado Espejo -condado de Lantarón- tierra fronteriza donde parieron y mandaron muchos años las mujeres autrigonas; un sujeto incapacitado en consecuencia para ejercer de vasco. Me valoro, como es lógico, con un complejo de inferioridad muy tóxico, si bien emana dosis reducidas  de productos saludables que me permiten discurrir en pequeñas dosis.
      Y siempre digo lo mismo:  con  catalanes y vascos (y cierto número de gallegos), hay que hacer cuentas. Todos ellos me caen bien porque es gente honrada y donde hay palabra no hacen falta papeles. ¡Hagamos cuentas!
     Háganme caso. Llevara su tiempo, pero merece la pena. Puestos en forma, podremos influir en Europa.

     Y si se hacen bien, juego limpio al canto, todos saldremos ganando. ¿Pero que se puede esperar de unos políticos que únicamente, en las dos bandas, solo  se  ponen de acuerdo para subir sus salarios?









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