jueves, 24 de octubre de 2019

VIVIMOS UN PROCESO CRÍTICO (2)

     Siempre recordaré la seguridad de Indalecio Prieto cuando en un discurso, en julio de 1936, pronosticó, cargado de razones, la derrota de los sublevados en el protectorado marroquí. Y de verdad, no sucedió que los insurrectos ganaran; más bien sus legítimos enemigos fueron los que perdieron.
     ¿Cuáles fueron las causas de la derrota? La división de poderes. Entonces fue cuando el dictador  de las derechas decidió: ¡a mi no me la dan con queso! Y de varios partidos políticos hizo un Movimiento para tenerlos parados; y de paso les dió directivos con la orden de que se mantuvieran quietos. Así son los dictadores.
      ¿Cuando empezó a temblar el tinglado? Al firmar el Concordato con la Santa Sede y dar paso al nacional catolicismo.
      Claro está: la Santa Sede de los años cincuenta se había liberado de los totalitarismos derechosos salvo el de España y, para más inri,  quisieron convertir la  Patria (con mayúscula) en un ídolo. Y así empezó el cambio desde dentro.  Algo largo de explicar, pero, verosímil. Un cambio encubridor, no lo duden, del que supieron liberarse muchos voluntarios forjados en la primera pelea.
      ¿Y dónde está el parecido de la democracia con el totalitarismo dictatorial? ¿Es que las ambiciones no atraen a los demócratas? Si bien se mira, la ambición de poder es, por los siglos de los siglos,  un tóxico con el que no cuentan los animadores de la contienda, pese a que algo se huele.
      Divididos como están los combatientes, veremos como sobran los animadores de turno. Todos demócratas. Pero algunos más interesados que otros.
      Por esa rendija se está introduciendo una crisis endémica que nos está conduciendo a los españoles de buena fe,  calentados con medicamentos democráticos, a soluciones dictatoriales vestidas de progresistas. Véase Cataluña. todos divididos
      Todo lo dicho puede parecer parábola. Pero las crisis crean abulias.

       (Continuará)

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