lunes, 2 de diciembre de 2019

LLENA DE FALSOS APÓSTOLES

     Cuando en los comienzos del siglo XIX, influidos los españoles más cultos -o más entregados al que llamaban "progreso" por la activa Revolución Francesa- descubrieron que el francés  venía a España con la idea de hacerse el amo, controlar la "movida" y quedarse como  dueño con el santo y la limosna-, saltaron al unísono y se vieron apoyados por las masas, por el pueblo llano, sin otra doctrina que la de sentirse españoles. Esa España era ya una nación.
      Pero...no puede negarse el hecho. Esa España donde hombres y mujeres demostraron su valía, no consiguieron que sus dirigentes -salvo muy contadas excepciones- llegaran al poder por la vía de los méritos. Los militares se inclinaron, entonces,  a ejercer el mando e imponer alguna disciplina a las masas que nunca se resignaron a que España fuera un cuartel.
      Y -pese a todo- si esa España subsiste -bien machacada, por cierto- es gracias a esas militancias que -ante las inevitables pendencias callejeras disfrazadas de bondad con una intolerante maldad- salieron como siempre -y en esas estamos- a organizar la leña entre civiles disfrazada con telas democráticas.
      Adviertan señores políticos como se pondera y se cultiva la división de la difícil unidad española con la utópica "creación" de una nación de naciones  a sabiendas de que el progreso que se anuncia e impone está condicionado: hay que aprender a dar la mano al extranjero y acortar distancias, disminuir idiomas, conservar la prosperidad de lo pequeño con la ayuda de los grandes.
     No aprendemos y por añadidura creemos todo lo contrario.
     España está llena de falsos apóstoles.

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