viernes, 13 de diciembre de 2019

GRATO RECUERDO (2)

     La guerra civil del 36 se veía venir incluso por un mozalbete. En aquella rompiente primavera uno se compraba el periódico para seguir el resultado de la vuelta ciclista a España y terminaba por leer el atentado con sangre del día anterior, acompañado del debate violento cruzado en las Cortes entre odios que llegaban a la calle y se expandían por toda la celtiberia en desgracia.
    El miedo se disimulaba pero estaba presente en casi todos los hogares. Se había generalizado la amenaza: "Su señoría morirá con las botas puestas". Y el miedo se refugiaba en muchos corazones y nos condujo a ver cómo los más audaces  se armaban sin recato. En el fondo se rendía culto al miedo medio escondido.
     La guerra dio pie a una historia doblemente apasionada: primero la de quienes la ganaron y hoy en día por quienes la perdieron. Ochenta años han pasado y ¿qué hacen los que nos dominan? Unos ponen en evidencia a los otros, o éstos, que no se dejan y reviven viejos pleitos, responden con parecidas razones, pese a que, según la realidad palpable, ya no cuentan.
     Digo yo -que soy un viejo muy viejo- que ya no cuentan; porque la falseada realidad demuestra que la mentira crece y la verdad nos abandona.   Porque lo auténtico -que casi nadie toma en cuenta- no se quiere reconocer,   ya que la guerra la perdieron ambos bandos movilizados para luego morir en las trincheras o ante un paredón o como viejos desengañados, cargados de hambre y otras miserias, sin que sus nietos, en gran parte, no hayan aprendido la lección y sigan metidos en la misma guerra.
    El núcleo de los que se auto-califican  con razón como víctimas, mucho más si han caído en el olvido, se merecen todos los respetos, sin olvidar a las masas que sufrieron por su parte otras desgracias como si no hubieran existido.
    Esto no se enseña en las escuelas. Porque los que mandan gastan más energía en sus ambiciones que en el dolor patrio.
   

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