sábado, 7 de septiembre de 2019

SEÑOR PRESIDENTE DEL PP VASCO

     El día dos de este mes de septiembre del 2019, EL PAÍS publicó una breve noticia comentada, que firma el Sr. Gorospe, quien le atribuye usted  -entre comillas, señor Presidente- estas palabras: "No vamos a ir nunca con nadie que no vaya a aceptar la defensa de la foralidad o que ataque a nuestro Concierto. Nunca".
     Para el lector bien intencionado su compromiso indica que está dispuesto a romper la baraja con la que juega en la actualidad, si no le hacen caso. No esta mal. Pero si se parar a pensar  que la frase le da votos en su parroquia electoral, se equivoca.
     Porque los que mejor defienden el Estatuto autonómico (es decir la "foralidad"  puesta al día), con el Concierto Económico incluido,  son los militantes del PNV que como los "pelotazales" tienen mano dura para estos menesteres. El  suyo (Sr. Presidente) está siendo un flaco servicio que al elector no le mueve  ni le conmueve.
     Le voy a dar dos motivos graves y reconocibles aquí, en Álava, que es donde usted tiene su posible clientela, es decir su caladero de votos.
     Los alaveses que  votarían  a su persona, a su partido, piensan que en Álava sus habitantes, vamos de capa caída, perdiendo en personalidad y viendo como flaquea la cartera, cómo se cierran comercios y hunden hasta pequeños negocios, algo inexplicable, y más en un territorio foral  o provincia que goza de un Estatuto de "aquí te espero". Esto sin contar con el problema de la enseñanza doctrinal a la que están sometidos nuestros niños y niñas cuyos efectos negativos están cantados. Prometer una buena y moderna escuela y "dejarse la piel" en la tarea cual populista de oficio, da muchos votos...
    ¿Para qué seguir?
     Recuerdo que hace años comenté, ante un grupo de centro derechistas,  que el mal de España, incluido el País Vasco peninsular, (usted estaba allí) que -según predican los expertos- la política  ha de ir por delante de la economía puesta a su servicio.
     Sr. Presidente, créame:lo que no vale es poner la economía al servicio del político. Usted ya me entiende.



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