miércoles, 18 de septiembre de 2019

OTRO MODELO AUTONÓMICO (2)

     España tiene asumida una deuda superior a su poderío económico.  Si usted lector ganara mil y debiera mil, tendría que reservar una parte de sus ingresos para abonar periódicamente los intereses y la cifra señalada para la amortización del préstamo. España debe una cifra equiparable a lo que ingresa y, por más que los políticos prometan  no llega para cumplir el compromiso asumido ante sus electores, a no ser que dejen desnudo a un santo para vestir a otro.
     Eso es lo que sucede. Es fácil acudir a la zona de Levante perseguida por las inundaciones; acudir como político al escenario del descalabro y decir -en nombre del Estado: "No lloren: el Gobierno les ayudará para la reparación del daño".
    ¿Y cómo,  si no hay de dónde sacarlo?
    No se preocupen, aumentará la deuda de todos. ¿También a los ricos? Claro que sí: pero los ricos hace tiempo que pusieron a buen recaudo su economía globalizada; el pudiente avispado -entre pitos y flautas- ya tiene protegidas y libre de groseros tributos su fortuna.
      El efecto es inmediato: no merece la pena invertir y ponerse a sudar hasta las uñas, para terminar de viejo peleando porque tu pensión, para la que cotizaste durante décadas, pierda capacidad adquisitiva sin darse importancia. Y el número de pobres españoles,va en  aumento. Y la,deuda colectiva crece. Y los políticos -en defensa legítima del pobre- van a la empinada para prometer mucho y dar muy poco. Lo cual solo es posible en las implacables y conocidas dictaduras.
      La plebe, envuelta en deseados anhelos de justicia, cree en los milagros. Pero  comprobará, a la larga, que hasta los más generosos políticos -es condición humana con sus excepciones incluidas- van a lo suyo. Y encima se crecen y prometen el  regalo de favores.
      (Continuará)








acogidas en los territorios intocables, sin contar con los pobres que entrará en esos paraísos para ganar el pan con el sudor

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