jueves, 5 de septiembre de 2019

ME HA SALIDO UNA SÁTIRA


     Un buen día me dije: ¿Y por qué no pones en limpio algo de lo que tienes recogido en apuntes más o menos irónicos? Y, en respuesta, empecé a darle partido a mis inquietudes y a centrar mis ideas  ante el giro más avanzado  que viene tomando la llamada globalización del genero humano. Y empecé por agitar el coco antes de abrir el grifo.
     ¿Y cual a sido el resultado? Deprimente. La política de nuestros compatriotas -de la que presumen- está en los inicios del siglo XX. Cien años de retraso y se tienen unos por  modernos, otros por progresistas.
      Entonces me da por pensar, y en el fondo por cabrearme,  porque las clases medias van camino de la pobreza y las clases bajas ya están sufriendo las humillaciones de la miseria. ¿Y por qué? Porque tenemos muchos políticos rodeados de asesores, partidarios casi todos del placentero chupeteo de las mamas del Estado y los demás , los que hacemos calle, arreamos como el cura de Villalpando- tal que
 cuarenta bueyes que van tirando.
     Y claro, nos consuelan -como en los albores del  siglo  XX -con aquello de "más se perdió en Cuba"- y, ¡ya se sabe! nos mandan a endulzar la tristeza con azúcar de remolacha.
     Cuando la Banca -o gran parte de ella- se vio en pelotas en la crisis del 2007, decidió meter entre muros la modernidad de la electrónica, y gracias a esta medida, se ahorraron el copón: cerraron sucursales, redujeron las nóminas y aligeraron la marcha. Y no han acabado. ¡Un éxito!
     ¿Y por qué no modernizan su intendencia los partidos políticos con lo listos que son, además de atrevidos malabaristas?



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