domingo, 10 de mayo de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (83)

      En el manejo de la poltica democrática, el bueno -si es auténtico- desplaza al mediano y con más razón al malo. Claro está: es el elector el que decide y, si no sabe, -es decir si vive en la ignorancia-, dificílmente acertará al votar.
     Esta afirmación tiene sus excepciones. En el ejercicio de la política llamada democrática, se constata. Se deduce del cambio que se dan a sus argumentos, en los predicaderos de turno, los profetas con mando en plaza de cada partido político. Por ejemplo, los nacionalostas vascos no quieren para Orduña la solución aplicable para Treviño
      Pero, pese a todo, lo que se idea es ventajismo. Los buenos apostoles, saben amañar su oferta con tal de no perder votos. Y la amañan.
      La evolución -por ejemplo y lo digo con el mayor respeto- del nacionalismo vasco, es ejemplar.
El fundador, Sabino de Arana y Goiri, puso como ideal inalterable (Jaun Goikua, literalmente) y como punto de arranque del PNV,  las creencias del catolicismo vigente. Hoy este PNV se declara aconfesional.
      Los actuales directivos del PNV se han quitado un peso doctrinal que restaba votos aquí y tal vez en otras jurisdicciones.
      Creo que han acertado, -como en su caso, respecto a su doctrina marxista,  lo hizo el PSOE- de forma pública y notoria.
      Desde un punto de vista práctico, las doctrinas estables y exactas no cuadran con los partidos demócratas en su versión más moderna.
      A mi entender este paso modernista, no se ha dado por los partidos del centro derecha que siguen defendiendo, por ejemplo, la existencia de enclaves de una provincia, dentro de otra, a toda costa.
      Y esto no responde a ideologías religiosas o patrióticas. Es decir que puede negociarse a gusto de una mayoría de ambos bandos. 
      Pero... vale más lo que siente que lo que se piensa.

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