domingo, 3 de mayo de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (76)

   
     Ayer expuse, con la cortedad de mis chirinolas, que estábamos sufriendo los alaveses un período de vacas flacas, debido a causas no identificadas por los que se sirven de la batuta. Tal vez porque no valen o por que acatan òrdenes de la superioridad competente.
     Pese a todo, no debemos olvidar que la orquesta política a las órdenes de la Vasconia fuerista, -o sea Euskadi-  tiene recursos y facultades para que un territorio foral  -bien dotado de medios y asistido por un número selecto de personal - pueda romper rutinas y darle originalidad a los deseos electorales, en bien de la mayoría aunque no les voten.
     Por mi parte soy capaz de reconocer que los actuales poderes del regimen foral que vive, tienen ideas -que los demás ya quisieran- y esto por añadidua tiene sus méritos. No me quejo. Más bien constato con la mejor intención que, sabiendo y pudiendo,  no se den pasos más audaces.
     Verán -y no es un símbolo- cómo la Vasconia foral registra  el número, con nombres y apellidos, de los nacidos en su jurisdicción; número que es inferior al de los vascos que fallecen; y como por ensalmo nos dan las estadísticas un dato curioso a la par que sorprendente: abunda el número de forasteros migrantes que parecen llegados a cubrir puestos ajenos.
      No tengo reparos con los que castigar esta política de bien recibir al extraño y menos si se trata de un necesitado. Pero hay maneras.
      De cualquier forma, no me agrada decir que ya va siendo hora de que los alaveses aforados vean cómo languidecen y se vacían los pueblos y villas de Álava y dan pie a paradojas sociales.
      Pero ese es otro cantar.
   









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