El hecho de que España figure a la cabeza de los países europeos con tres millones en paro y otros tantos, o más, que mal viven prestando servicios peor pagados, nos demuestra que la pléyade de políticos que viven de este oficio y mantienen su retórica con pérdidas, nos engaña.
Los engañados tienen dos salidas, que no soluciones idóneas: unos -los pobres- emigran; otros -los ricos- esconden su dinero, especulan y huyen del palo tributario. Y el país se arruina.
Si los nuevos amos de la ruina triunfan es porque la mayoría opuesta se acongoja. Y los pocos que cargan con la mordida están "dejando su piel" para vivir con la verga en alto al servicio de una ética democrática viciada.
Así nos va.
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