Veo cómo, no se sabe por cuanto tiempo, nos consta que las compras a distancia están poniéndoselo difícil al comercio de los grandes almacenes que se instalaron en céntricos edificios de las ciudades con nervio, para vender a todos de todo. Y leo que esas lujosas instalaciones comerciales interesan más por los aparcamientos que instalaron que por sus ofertas comerciales.
La ciudad con pretensiones de medros gigantescos, ve cómo se inclina la clientela por pedir el servicio a domicilio y -miren por donde- los porteadores crecen en número para prestarse a esta tarea por cuenta propia y ganarse el sustento mediante la popular bicicleta.
Pero en el fondo de este cambio, no lo olvidemos, está el excesivo número de parados que no encuentran patronos partidarios de la inversión productiva que demanden la asistencia de trabajadores.
Un cambio demanda respuesta: otro cambio. Los políticos españoles -todo el día metidos en pleitos electorales- no se dan cuenta de cómo salir del callejón sin salida para dar trabajo a tanto parado.
Es un símbolo, pero tendrán que ayudar a esos parados a ser autónomos y facilitarles la bicicleta, Repito: es un símbolo.
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