domingo, 4 de agosto de 2019

EL PROGRESO Y EL REGRESO

     Las izquierdas tienen su pensamiento puesto en un vocablo positivo: progresar. Los partidarios de la derecha no lo dicen, pero, se conforman con lo conseguido: lo suyo es conservar,  que dicho de otra forma es regresar. Hay excepciones, pero si bien se observa, son teóricas.
     Los avances progresistas se consiguen dedicando al objetivo que se persigue tiempo, talento y dinero. Son pocos los que aplican esta triple teoría para triunfar y cuando lo consiguen la venden muy cara. Esto va a pasar con las playas. O se modernizan y se cobra por usarlas o se pudren llenas de cacas. ¿Cómo se arregla? Talento, tiempo y dinero.
      Si sucediera lo contrario, que el bien que nos distingue, por ejemplo dejarse barba, fuera asequible para muchos, el comportamiento de las masas  consumidoras, es decir el uso masivo de una costumbre -dejarse barba-,  terminaría por ser una vulgaridad no deseable para las mayorías.
      Si se recurre a la historia,  la barba era un distintivo del que se sentían orgullosos los varones. Las señoras presumían de piel fina de la que hacían ostentación hasta en la Biblia. Lo distinguido  para
los varones es no tener barba o tenerla por pereza o por capricho.
      La moda de masificar la presencia de seres humanos en unas playas popularizadas resulta
 ser incómodo, caro y contaminante. Un paso más y los playeros descubrirán que el monte es más
asequible y saludable que la playa. Y se irán de veraneo en esas furgonetas que te evitan contratar los servicios de una posada.  Hasta que pasen de moda.
      Las costumbres cambian. Cuando fui joven y disponía de un coche de segunda mano para ir a las playas próximas a pasar el domingo con la familia, era una delicia. Aparcabas a pie de obra. Hoy, esto que digo, es imposible.








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