Cuando escribo sobre el bajo o casi nulo rendimiento de algunas inversiones, como sucede con la baja utilización del Aeropuerto de Vitoria, espero que el lector tenga en cuenta la aspiración generalizada: la de no malgastar el dinero en cubrir las apariencias.
El deseo coincide: ya que tenemos el gasto hecho, hay que hacer algo: explotar el negocio a pleno rendimiento o desmontar el tinglado. Los demás supuestos cuestan y no satisfacen salvo a unos pocos. ¡Mala política!
Las estadísticas demuestran que la, aviación bien utilizada es un factor influyente para activar los negocios más extraños. No es broma. Tenemos a la vista el caso de los espárragos: se venden en España, pero se cultivan y envasan -por empresas de origen español- en China o en Perú. Esto no sería posible sin aviones y aeropuertos.
No muestro novedad alguna si sugiero y sostengo que es un disparate que las autoridades competentes no acierten a encontrar dedicación a un aeropuerto, que podría ser el mejor de la zoma norte-ibérica a poco que quisieran.
¿Qué este "sueño" exige un estudio de la realidad? ¡Claro,que sí! Pero la realidad que nos separa nos demuestra, también, que la sociedad española, salvo contadas excepciones, es más partidaria de la copia que del invento. Hasta en el juego. Ahí tenemos el "tresillo" -diversión con naipes- español a conciencia, del que no quedan noticias; juego para distracción de inteligentes. susceptible de ser considerado rompe rutinas, sin caer en el azar.
Primero: imaginación y estudio profundo de un proyecto que active una inversión en paro. Comprendo que el estudio exige talento. Ahí está la clave.
Segundo: ya se verá.
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