Esta preferencia da lugar a una apreciación favorable al magisterio público, sin tener en cuenta que la excelencia, en cada sector docente, depende de dos raras virtudes: la vocación y el talento aportados por el profesor y por cada alumno. Lo cual exige una íntima dedicación en la que, desde las primeras letras, influyen los padres de cada criatura.
El valor y los resultados de esta dedicación no suelen ser apreciados como es debido porque los padres, por lo general, creen que la escuela hace milagros y con esto basta.
Los resultados de la enseñanza a la española, puestos en valor ante la crítica internacional, no son buenos. ¿Por qué? Porque el sistema docente en práctica .-tanto público como privado- no está, en España, en la vanguardia de la enseñanza mundial. Año tras año todo sigue más o menos igual. Y España no progresa.
¡Eso dependerá de los políticos! -pensará más de uno.
Pues no. Depende de quienes votan. Eso y de la formación de cada elector.
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