viernes, 1 de agosto de 2014

ESPAÑA NO ROBA

   Después de lo sucedido en Cataluña (confesión parcial y tramposa de unos "pecadillos" por parte del político catalán más célebre de las últimas décadas) ha quedado en evidencia toda una falsa doctrina: "España nos roba".
   Los nacionalistas son muy dados a colectivizar las culpas, como también lo hacen con  sus presuntos derechos.
   Que conste que distingo la diferencia existente entre nacionalista y patriota. Patriota es aquel que ama limpiamente a su tierra natal; nacionalista, el que la ama patológicamente, y esto incluye un sectarismo innecesario; el sectarismo es  una enfermedad que se da muy corrientemente entre gentes poco escrupulosas.
   De esa patología patriótica proceden frases  como la de "España nos roba"; los nacionalistas deciden cargar la culpa sobre  todos los españoles,  causa de que exista España, en vez de buscar al ladrón con su DNI, o sea con nombre y apellidos. Soy y me siento español -como millones de seres humanos- y nunca aprobaré que se cometan injusticias  que perjudiquen a catalán alguno y menos a Cataluña.
   Al sostener "España nos roba", se está generalizando  la culpa y esto no sucede inocentemente; se colectiviza  para magnificar  el latrocinio. No es lo mismo que te robe un ministro a que lo haga  toda una nación. En este caso caemos en la patología de pensar que tal cosa sucede porque Cataluña es una colonia de España. Y esto es muy grave. Cataluña pide -en consecuencia-  justicia,  y lo mismo que se  hizo con el Congo o con Zambia, colonias en algún tiempo, pide la autodeterminación, creada precisamente para redimir los territorios colonizados.
   Ahora que en Cataluña han identificado  al  ladrón, podría darse por demostrado que no hay robo colectivo,  que no es España la que roba a Cataluña; que como sucede con toda suerte de pecados siempre hay alguien con nombre y apellidos:  el pecador, bien sólo o acompañado por otros de su ralea.
   Tan solo quería decir que España no roba. Y que los derechos, como las responsabilidades, no se pueden colectivizar. Son personales. La Carta de las Naciones Unidas  así lo reconoce.

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