"El hombre es lobo para el hombre" si llega el caso y, al parecer, el sitio elegido para demostrarlo en nuestros días, es Palestina.
¡Quién lo diría! Las víctimas de ayer (o sus parientes más próximos), tan sádicamente exterminadas por los dirigentes políticos de un pueblo que se tenía por superior (el ario), tienen la ocasión de ver cómo los suyos (los israelís) que se consideran pueblo elegido, matan a mansalva a personas inocentes, víctimas hoy de una rivalidad que no se merece ni una sola muerte.
El hombre no evoluciona pese al esfuerzo de tanta gente piadosa y compasiva. Lo único que preocupa a un amplio sector de la humanidad es la riqueza, o sea una forma de materializar el poder. Cuanto mas tengo más quiero, porque esto me asegura, no el bienestar -- ya que todo tiene un límite y éste ya ha sido asegurado -- sino ser más fuerte, tener más dominio, ser el amo.
Alcanzada esta situación, una vez despierta la bestia que conlleva todo ser humano, es muy difícil encauzarla y que vuelva al sano instinto de marcar el terreno para evitar la tragedia. Porque -- lo que no pasa entre cuadrúpedos --, hay muchos intereses cruzados y el hombre, astuto para lo bueno y para lo malo, defiende una u otra idea según le convenga. A lo mejor detrás de todo esta conflagración, está el petróleo del quinto carajo (¡yo qué sé!) y ciertos países que podían frenar la tragedia, se llaman andana.
La barbarie está a la vista y los que la sufren tendrán que aguantarla, ¡Mala suerte!
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