martes, 29 de mayo de 2018

LA CODICIA COMO MOTOR



      La carencia de puestos de trabajo es una consecuencia de la crisis. Por más que los expertos políticos traten de animar a los emprendedores para crear nuevos puestos de trabajo, los resultados, por lo menos en España, son decepcionantes. No es que falten medios financieros, sino más bien personas con deseos de arriesgarse.            
    Los inversores no ven despejado el horizonte;  podrían invertir sus ahorros en promover una empresa mercantil  si vieran cercano un beneficio multiplicador de su inversión. Ante la duda, lo prudente es abstenerse.
      En el fondo, para movilizar a los inversores hay que excitar su codicia. Por eso, cuando la codicia tiene abierta una puerta de escape cómoda y rentable como es la corrupción, los aludidos se ven impulsados  a ir por esa vía.
      Un Gobierno cabal y serio, y todos los políticos que lo apoyen, antes de hacer nada han de cerrar esa salida, favorable a los codiciosos corruptos, a cal y canto. Si sucede lo contrario y en vez de una resultan ser muchas y variadas las puertas abiertas a la corrupción, los codiciosos se multiplicarán y activarán su gestión por toda suerte de medios, incumpliendo las leyes. 
      Por corrupción entendemos el uso de los paraísos fiscales para  defraudar al erario público, el contrabando, el blanqueo de dinero, la venalidad de funcionarios y políticos, la falta de dinamismo de los gobernantes  y demás miembros de la administración pública, el retraso en el cumplimiento de los deberes,  la deslealtad respecto a los compromisos contraídos, la fuga de capitales etc. etc. 
     En consecuencia, la codicia ha de encontrar vías propicias para sus iniciativas y negocios, sin salirse de las vías legales. Hoy, en España sucede todo lo contrario: Es más fácil para el codicioso prosperar con la ilegalidad por medio que dentro de la ley. Por eso pasa lo que pasa.
      (Publicado por Pedro Morales Moya en febrero del año 2014)  

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