jueves, 31 de mayo de 2018

ESTE CUENTO SE ACABÓ

       En el pasado año (2017), mes de mayo,  en diálogo que mantuve con un amigo centro-derechista, le anuncié: "antes de la Navidad, elecciones generales".
     ¿Por qué este pronóstico?
     A mi aldeano entender era la hora de salvar al más denostado partido político de una pseudo democracia a la española. Partido necesitado de un barrido de pistón y cuello vuelto. Limpieza  que salvaría a la derecha, si ésta diera muestras verosímiles de renovación contrita, acompañada de medidas redentoras que contuviesen los efectos negativos acarreados para desdoro de toda  España.
     ¿Renovación? No hay mejor sordo que quien no  quiere oir.
     ¿Cándidos como palomas? No. Tontos interesados. ¡Con decirles que han  mejorado el cupo vasco con quinientos millones, no por equidad  sino por razones espurias, está  explicado todo! Y ahora, ¿qué? La política no se compra ni se mercadea. Hay que ganársela en la puñetera calle en  todo tiempo y lugar, hasta en los días de fiesta, y perdonen la expresión.
     Es el principal defecto de la pródiga familia política española, tan podrida como para orillar a los que podrían dignificarla. Destaca por su mediocridad.  A regalarse buena vida en un chalet de lujo, lo llaman dignidad. Cosas de la "casta". ¿O propio del que lleva una castañeta en la nuca como adorno?
     Lo malo es que entre los sucesores de esta y otras "castas"  poca gente es de fiar. Ya estamos viéndolo.  Juegan con el naipe marcado. ¿O creen ustedes que el voto separatista  en favor de un constitucionalista que quiere poder se lo regalan por la buenas? 
     Cuando los jubilados, en sus demandas justificadas  como pocas, no piden apoyos partidistas, por algo será.
   
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario