lunes, 28 de mayo de 2018

CRASO ERROR DE UNA POLÍTICA VENIDA A MENOS.

    Lo peor que  puede pasarle al titular de un poder  político  es constatar que, de la noche a la mañana, su  poder se ha ido al garete.  ¿Cómo es posible?  Muy sencillo: la caída tiene historia y el afectado no suele verla.   
    Dedicarse con lealtad a  la política equivale a ejercer un poder muy delicado. Un poder que ha de estar dotado de "noble astucia", siguiendo el dictado de una doctrina que, cumpliendo las leyes vigentes,  mejore la herencia recibida; en suma, ha de estar dispuesto a ser legal y a exigir a los demás el cumplimiento de esa legalidad,  sin dejar ser útil al pueblo. Útil, sobre todo, a los más débiles, dentro de un orden  aceptado y aprobado por unas mayorías.
     La "noble astucia" ha de dedicarse a cambiar las leyes por otras más justas, sin que se note, o sea haciendo justicia.
     Bien. ya tenemos configurado al político ideal. Sin embargo, ¿cómo fracasan tanto, y tan tontamente, tantos políticos? Muy sencillo, igualmente: carecen de "entereza moral". De puertas adentro esta carencia resulta ser fatal, para el político afectado. El fallo de tal entereza, de esta integridad que imprime carácter, es demoledor. Predicar en favor  de la justicia social el derecho a una vivienda modesta pero digna y dotarse uno de un chalet de altos vuelos, valiéndose de su influyente poder político, demuestra lo que da de sí un mandamás carente de "entereza moral".
    Lo poco bueno de la política española está por ver. La  culpa de la situación actual es de los malos políticos españoles, que nos llevan a dividirnos, a odiarnos, a ser más pobres y desgraciados.
    ¡Craso error!

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