martes, 15 de mayo de 2018

HORAS DE ENSUEÑO

     Sí: horas de ensueño. Veo muy enrevesado el problema llamado España y termino, como el avestruz, escondiendo la cabeza  en un suelo para mi desgracia lleno de basura.
     Yo creía que los idiomas, tantos, tan variados y de costoso aprendizaje, son un instrumento que favorece la prosperidad  de los seres humanos y sirve para facilitar la sobrevivencia en un mundo, y durante una etapa,  lleno de dificultades.
      Pues no: de instrumento, nada. El idioma es un  ídolo. Y aquí empieza mi ensueño pese a estar el suelo cargado de basura.
     Algunos monos, -y por supuesto los homínidos más evolucionados- se comunicaban desde sus orígenes,  gracias al manejo de un pequeño grupo de sonidos; un invento natural, para ayudarse entre parientes.  ¿Y se ayudaban?  Parece que sí. Y cuando cabreados  se propinaban  sonidos como palabras mayores -que son las que más irritan-  terminaban por volver   a sus quehaceres  y a vivir en paz.
     Era mi ensueño. El hombre,  desde su sabiduría, suele santificar su idioma materno y colocarlo en su correspondiente altar,  no muy elevado, para que le puedan llegar los aromas de su incensario.
    La palabra ensueño significa ser una serie de imágenes o sucesos que se perciben mientras se duerme como si fueran reales.
    Fundamentar la existencia de una nación en un idioma, es un ensueño. Es olvidarse de Suiza . Y  creer que un idioma une, es ignorar a la América hispana.
    Un país, el nuestro, lleno de basura- es lo que nos separa.

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