NO HAY MOSCAS.- Desde mi más tierna infancia - nací en un pueblo agrícola - mi convivencia con moscas a mansalva no tenía remedio. La cocina familiar era un cobijo natural, una sala de estar, con dos peligros: la puerta de entrada abierta (¡qué hay corriente!) y las moscas.
Ahora, en nuestros días, no hay moscas y, al paso, van desapareciendo las cocinas. ¿Se dictaron leyes a tal fin?. Nunca. Han cambiado las costumbres: eso es todo. Dentro de poco las casas prescindirán de los dormitorios: las camas se alojarán en un tubo.
Los que cambian muy poco son los políticos viciados, como están, por doctrinas superadas por la evolución de mil factores que hace un siglo no existían. Repartir comidas a la carta y a domicilio con un patín, no era posible ni en sueños.
A la vista de esta realidad, -cambio de costumbres por innovaciones no soñadas- hay que amoldarse. Si tú, individuo, -en suma ser humano- estimas que lo moderno es dirigirse a un auditorio, diciendo "españoles, y españolas", "vascos y vascas" cuando ya existía el "damas y caballeros" dándoles prioridad a las señoras, solo demuestras tus limitaciones que no se superan ni viajando a Cuba.
En manos, los gobiernos, de estos incapaces, lo de dormir en un tubo no va descaminado, mientras predican una vida digna con la que dar ejemplo. ¡Y la viven!
Entiéndase: no veo diferencias entre derechas e izquierdas. El cambio solo se puede confíar,a los muy preparados y con vocación para darse a los demás.
¿Dónde están?
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