Dicen que Iñigo de Loyola, - un vasco muy corrido (experimentado, cauto y profundo) y correoso (doblegable pero no rompible) - dijo aquello de "en tiempos de tribulación, no hacer mudanza". Vino a darnos a entender que cuando el hombre o la mujer, o ambos, o muchos, están sometidos a persecución o sufren adversidades, lo mejor o menos malo es sujetar el genio y aguantar a que pase el chaparrón.
Como podemos ver esta opinión euskérica o vascongada, según se mire, se la están pasando bajo el sobaquillo, de una parte el Rey con su abdicación y, de otra, el señor, ese de la coleta, con su peregrina idea de sustituir la democracia representativa vigente, por otra asamblearia, conforme al voto de los mas aguerridos y bizarros ciudadanos de la calle, constituidos previamente en plebe.
Quiérase o no estamos de mudanza y si usted es -como espero- un avisado lector, échese a temblar. Vamos a quitarnos de encima a los políticos de la "casta" para dar cancha a los de la "caspa". ¡Ya me dirán!
¿Han soportado ustedes alguna vez a los tertulianos de la caja tonta repetir como matraca el mismo sonido desapacible para no decir nada? Hasta ocho veces afirmó ayer un profesor universitario que él era republicano, como si fuéramos sordos o alumnos a los que importan tres puñetas lo que diga el cátedro.
Por ahí debería empezar la cosa. Nuevos políticos, nuevas mentiras y nuevos contertulios. Los primeros ya están de cambio. Las mentiras también. Y los tertulianos televisivos, se renuevan o perecen. Si no la mudanza va a ser muy aburrida.
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