UN CALLEJÓN SIN SALIDA. La historia nos recuerda que los años treinta del pasado siglo fueron agitados y revueltos en medio de una doble crisis: política y económica. Se proclamó la II República con entusiasmo en la creencia de haber dado con la llave que nos daba paso para vivir días prósperos, felices y afortunados, pero la realidad fue bien distinta.
No es que quiera establecer comparaciones. Sin embargo, la época actual tiene un cierto parecido con la de aquellos tiempos: muchas promesas y pobres resultados. Y sobre este decorado aparecen los actores del drama con este argumento: las injusticias crecen, los pobres son más pobres y los ricos más insolidarios. Todos los políticos prometen pero ninguno inspira confianza total.
O sea que estamos ante un callejón sin salida.Y claro está: los españoles que andan a pie, no quieren otra guerra civil. Y si bien todos deseamos la libertad de expresión -siempre que se moderen gestos y palabras- no podemos olvidar que por ahí empieza el crecimiento, desarrollo y reparto de un ambiente hostil.
No se quiere reconocer: en el fondo de esta realidad está la causa de este desgobierno, río revuelto, que conviene y favorece a los más desaprensivos. Por cierto, en su mayoría demócratas a machamartillo.
El problema es España, un país endeudado hasta las cachas sin que el pueblo raso haya tomado conciencia de que es el llamado a pagar esa deuda, por muy pobre que sea.
¿Y por que no está enterado el pueblo llano?
Le falta escuela. Y los que mandan tampoco se la quieren dar. Aunque presuman de lo contrario.
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