La palabra crisis se presta a diversas interpretaciones. En esencia significa cambio y el vocablo se aplica, sobre este supuesto, en las más variadas circunstancias. "España está en crisis" quiere decir que en pocos días estamos viviendo los resultados de un cambio que ha estado latente y ha evolucionado durante años para, al fin, formar un gobierno que nos dirija desde la debilidad. Algo así como un milagro. Si no, que lo diga el Sr. Sánchez.
El cambio que se veía venir llega en dos direcciones que afectan al sector territorial y al social; llega influido por un mismo factor: creer que la igualdad -no en potencia sino en la vida real- es posible y además alcanzable en corto plazo de tiempo por hombres y mujeres
Uno no acaba de ver que el hombre y la mujer sean iguales ni que, en consecuencia, tengan ambos los mismos derechos y deberes. Es más, la pervivencia de los seres humanos solo es posible esencialmente gracias a las madres que resultan ser más inteligentes, capaces y con fibra para vencer dificultades que los respectivos padres, que en el fondo resultan ser unos auxiliares de las damas. Ellas deberían tener más derechos y distuntos deberes que ellos y -por equidad, que no igualdad- piden en justicia que se les reconozcan los primeros en compensación de sus muchas horas de servicio, derivadas de los deberes que ya tienen asumidos desde que los seres humanos tomaron posesión del planeta Tierra.
Los problemas tanto territoriales como sociales que padecen las madres en España, son propios de machistas aburridos; y si algún día se calman es gracias a ellas que durante siglos se han visto obligadas a razonar para inducir a sus hijos, sobre todo a los varones, que no sean tan bestias ni monten peleas allí donde se necesita paz para no ir a menos.
Los últimos acontecimientos indican que gracias a ellas, a las mujeres, algo se mueve. Porque no hay duda alguna. Y con discreción, es hora de reconocerlo a todos los efectos.
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