martes, 21 de noviembre de 2017

PRECARIEDAD LABORAL

    Estamos de acuerdo: por precariedad laboral entendemos la falta de seguridad para mantener al laborante en su puesto de trabajo.
    La relación entre trabajadores y empresarios, siempre fue delicada y muchas veces conflictiva. Un sociólogo descubrió que el valor añadido a un determinado producto correspondía en su mayor parte a la mano de obra y, sin embargo, al repartir beneficios, las ganancias se adjudicaban siempre  al capital. Me pueden decir que esto no es así, pero la versión  que llegaba al laborante era ésa u otra parecida.
    Y naturalmente, la reacción no se hizo esperar. Mejoraron algo los salarios y las condiciones del trabajo, pero... la rentabilidad del  negocio no era la misma. Y en el transcurso del tiempo los empresarios se inclinaron a invertir en  empresas  con menos ataduras permanentes. El turismo -entre otras actividades- se prestaba a ello: los contratos de trabajo eran temporales y si se produjeran conflictos, el cierre de la empresa se simplificaba en un sector  tan  delicado como el laboral.
    Como éste caso, existen otros, sin hablar de acuerdos mercantiles  y otras mañas que se van inventando para hacer  negocios sin ruidos marginales. Hacia esas soluciones derivan los empresarios con cierto éxito. ¿Y los trabajadores?
     Este es el caso. Forzados a cambiar, muchos -cada vez mas- tienen  que dar el paso: valerse de sus habilidades,  no como laborantes sino como autónomos. Lo cual, en una administración tan compleja y enrevesada como la española, -incluidas Cataluña y Vasconia- no es sencillo ni es barato.
     Aquí es dónde entran en juego nuestros políticos empeñados en greñas dialécticas, también llamadas "democracia", para dar ocupación a la cancha mediática. ¿Qué hacen de provecho? La mayoría muy poco. Bastante tienen  con chingarse el uno.  al otro.
     Nos faltan empresarios al nuevo estilo. ¿Problemas? Fiscales, antes que laborales. Créanme.

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