¡Qué más se puede pedir! Si les digo que el Valle de Valdegovía, en el territorio foral de Álava donde está registrado mi nacimiento, se vacía, me expongo a caer en el ridículo del siglo. ¡Pasa en media Europa! Al mismo tiempo, las grandes ciudades crecen hasta imponer a sus moradores unas condiciones infames y perniciosas para la salud.
Segunda parte: las próximas generaciones descubrirán que el automóvil es un estorbo; un invento de uso limitado, porque ir de compras, al trabajo o de excursión en el coche de uno, será un atraso. Se impondrán la venta "on line" y el servicio a domicilio, el trabajo a distancia y robotizado y los viajes de recreo colectivos con sorpresa gastronómica o sexual a elegir.
Y se descubrirán encantadores pueblecitos rurales por toda España a los que fornicar, según criterios arquitectónicos ya impuestos para enmierdar el litoral patrio, y de tal forma mantener a políticos fantasiosos descubridores de obras inútiles con comisiones ya reguladas para los titulados "piratas constructivos".
Los forjadores de programas político-sociales, capaces de mirar más allá de su nariz, deben ya contemplar este futuro y tomar medidas desde su localidad de origen. Con más razón ahora que quieren potenciar a los caciques locales. Los más enterados, como ya se ha visto.
¡Todo un genio local ha llamado obsoletos a los Estados de la Europa en marcha! ¡Ustedes me dirán!
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