LA ESPAÑA CONFUSA Y CONFÍADA.- Los partidos políticos de ámbito estatal, supra autonómicos, creyeron de buena fe, cuando aprobaron la Constitución y poco tiempo después, que con el Estatuto del País Vasco habían puesto el punto final de un conflicto que para esas fechas había costado ya mucha sangre.
Bien: tan pronto terminó la negociación los mas veteranos del PNV (no hablo de nacionalistas vascos radicales) se sintieron defraudados, sin duda porque recordaban la autonomía-independencia, con la que funcionaron de hecho con el Estatuto de 1936 durante la guerra civil. Pero fue tan fructífera la negociación, tal el avance en materia competencial autonómica logrado con la llegada de los demócratas y tales las posibilidades de futuro que, tan pronto acabaron las sesiones negociadoras, se atrevieron estos nacionalistas moderados a pronosticar: estamos en la estación de partida; somos conscientes de que hemos de ganar la estación término. Habrá que trabajar sin perder la fe. Queremos la independencia para Euskadi
¿En que consistía ese trabajo? En ganar de hecho (aunque no se les reconociera el derecho) el manejo de posiciones competenciales que fueran necesarias para que funcionara Euskadi como nación independiente: por ejemplo la enseñanza, desde los parvularios hasta el doctorado de alta escuela, que está en manos nacionalistas. Otro ejemplo: el sector económico financiero, altamente influido por dominio nacionalista desde el poder ejecutivo regional. Aún más: la, presión propagandística; desde las hojas parroquiales hasta la red regional de la TV y gran parte del entramado propagandístico. Todo está bajo el control de unas estructuras que funcionan como lo harían si Euskadi fuera casi independiente. Les estorba el casi. Un paso más y Euskadi se desgaja de hecho del resto de España con la naturalidad de que se pone bajo una ducha para empezar el día como nuevo.
¡Usted exagera! dirá más de uno. No. Lo que sucede, claro está, es que ni socialistas ni populares se han querido enterar de ello, han tragado ruedas de molino y han disimulado la digestión a medida que se han acostumbrado a perder votos y a dejar de ejercer el poder.
De España quedan aquí, en el País Vasco, pocas cosas: tal vez el Ejército (al se le da por desaparecido, y hace bien), tal vez un puñado de valientes que aún no ha perdido la esperanza y que ya solo promueven una paradójica indiferencia; y tal vez media docena de banderas españolas ondeando en media docena de edificios, que más bien parecen oficinas consulares en un país extraño
Comprendo que la visión no es optimista; pero es una realidad, por otra parte lógica: lo sucedido estaba cantado. Entre tanto, los nacionalistas se lo han trabajado bien y tienen todas las estructuras -o casi todas- para funcionar como si fueran independientes.
Y voy más lejos. Pienso que a los nacionalistas vascos no les preocupa Europa. Algún vasco habrá pensado que Euskadi no necesita ingresar en la UE, puesto que tiene la dimensión ideal para funcionar como un paraíso fiscal.
Uno llega a creer que los pensadores políticos españoles están, a estas alturas, parados en los años de la transición, hablando de federalismo y otras virguerías parecidas. ¡Que no se enteran!
No hay comentarios:
Publicar un comentario