MÁS GUAPOS, MÁS LISTOS, MÁS RICOS.- Desde muy niño -con nueve o diez años- por ser amigo de unos colegas de mi edad, veraneantes vizcaínos llegados al pueblo alavés donde nací y vivía, supe lo que era estar sometido al adoctrinamiento político de signo separatista vasco, ejercido con afanes didácticos por el padre de familia, que era maestro en ejercicio en la villa de Bilbao.
Mi madre, muy moderna, aunque de pueblo - ya montaba en bicicleta por los años veinte del pasado siglo -, me dijo que a muchos vascos y a otros tantos catalanes les daba vergüenza ser españoles.
Como puede verse, durante más de cien años los separatistas han seguido con la misma matraca - no quieren ser españoles - y nadie les llama inmovilistas. Por muchos remedios que se quieran aplicar para contener su demanda, ellos, quieren formar un estado independiente y todo lo demás son ganas de chingar a la marrana.
Parece mentira que un PSOE cargado de historia, a quienes los separatistas le han metido goles de sobaquillo que han hecho historia (está documentado), se dedique a poner parches de sor Virginia a un problema que no cesa ni a tiros de cañón. (A no ser que sea un cebo que pueda darles votos en las generales).
Y parece aún más mentira, que un PP con la imaginación en la congeladora, no haya tenido el valor suficiente para convocar un referéndum en toda España que revalidara la política que correspondía aplicar a la actitud chulesca de los separatistas catalanes cuando se pasaban las leyes bajo pata: cesarlos en sus funciones públicas, bajo capa del artículo 155 constitucional que demandaba el caso.
Lo de ser guapos, listos, ricos poco importa si todos fuéramos iguales ante la ley aplicada en tiempo y forma. Y no se aplicó. ¿Por qué?
Muy sencillo. La vida enseña que si no se actúa con ejemplaridad desde el Poder, los llamados a ejercerlo quedan desautorizados. Y tanto desde el PP como desde el PSOE no fueron ejemplares. Nunca estuvieron dispuestos a contener con prontitud y eficacia los desmanes en sus propias filas... ¿Con qué valor iban a poner el dedo en la llaga de los separatistas catalanes?
Por eso, la Cataluña separatista anda subida en la cresta de la ola. Lo malo es que, para más escarnio, el error se pagará por el pueblo llano, como pasó siempre.
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