EL SEÑUELO FEDERALISTA DEL SR. SÁNCHEZ.- Advertencia previa: Los separatistas catalanes se ponen como ejemplo a imitar por sus virtudes democráticas, puestas de manifiesto en todo el proceso que siguen para alcanzar la independencia. No es verdad. Lo cierto es que han actuado faltando a la lealtad debida a la Constitución, gracias a la cual desempeñan los cargos que ostentan. Y la deslealtad nunca fue un recurso democrático.
Contra esta falsedad, en aumento de sus ambiciones separatistas, desde el Poder central nunca dieron a los detractores una respuesta digna y se limitaron a templar gaitas desde los días de la transición, a veces en busca de alianzas circunstanciales para lo que fuera, pero no para ayudar a los patriotas españoles residentes en territorio comanche, aunque estuviera dentro de España.
No podemos conseguir votos si no se gana uno la confianza de los electores. Eso es lo que ha pasado y pasa en la España de los mil caballos de Troya llenos de separatistas. Y ahora nos sale un federalista, el Sr. Sánchez que, por lo que dice y promete, se deduce su ignorancia de la historia más reciente, llenas de movidas callejeras en las que algunos de su partido actuaron de cuajaleches y así nos fue.
El Sr. Sánchez ha descubierto el señuelo federativo, tal y como lo puso en circulación el Sr. Maragall en Cataluña: hacer de cada Comunidad Autónoma un distrito federal, darles más competencias y más medios financieros (la "pela" que no falte), reconocerles no se sabe qué singularidades y tener a quién echarle la culpa si la idea fracasara.
Pero no es casualidad que, ni los separatistas vascos, ni los catalanes, no quieran hablar de federarse: aspiran a pactar, con el Estado Español, sendos acuerdos bilaterales de forma que no dependiendo de la España que ellos van a mutilar, gocen de las ventajas que supone llevarse bien con el vecino. Algo así como Gibraltar, pero a lo grande, sin monos en la roca y con derecho a jugar en las ligas españolas y europeas. (Acuerdo bilateral es el que se firma entre dos partes, sin dar ocasión de intervenir a terceros afectados).
Naturalmente, estamos ante una independencia pactada que se puede vender muy bien. En el fondo, conviene sobre todo a las oligarquías locales, que dominarían las fuentes del poder en la demarcación independizada, algo de lo que ya sucede en las autonomías hoy vigentes en España, pero corregido y aumentado.
Cuando se dice que no hay otra solución para resolver estos planteamientos separatistas que la del diálogo constructivo, hay que estar de acuerdo e incluso llevar la batuta. Pero el tema lo han de decidir todos los españoles -incluidos los separatistas- en cumplimiento de la ley. Usted que quiere:¿La independencia de su territorio autonómico o más Europa?
Es es la alternativa sobre la que no han informado, ni han puesto sobre el tapete de verdad los políticos unionistas con los medios de difusión e intensidad que el caso se merece; es decir, con la furia (claro está, democrática) que ponen los separatistas en defender lo suyo.
¿Y qué de malo hay en pedir el respaldo de toda España ofreciendo la igualdad que nos quieren
quitar unos pocos separatistas? ¿Qué de malo hay, como en el caso de la OTAN, una vez trillada la mies, en convocar un referéndum en toda España, para saber si queremos seguir o no siendo españoles?
Eso es hacer política con un par. Lo demás son huevos a la flamenca.
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