En los meses pasados, gracias a un título peliculero, salió a relucir la idea sabiniana de los "ocho apellidos vascos" .
Sabino Arana Goiri, al fundar el primer batxoki, estimó que para dar autenticidad a la asociación, deberían sus miembros contar con ocho primeros apellidos genuinamente vascos.
Ya en esos tiempos -finales del siglo XIX- era muy difícil cumplir con este requisito y los viejos euskaldunes decidieron cambiar de rumbo y admitir como nacionalista vasco a todo aquel que, viviendo y trabajando en Euskadi, manifestara una clara voluntad integradora; o sea, se mostrara dispuesto al abrazo de la verdad vasca, de su ley vieja, sus costumbres, etc. y al estudio de las primeras lecciones de euskera, hasta hablarlo habitualmente.
Para avanzar y que las nuevas generaciones fueran convenciéndose de las ventajas que dimanan de ser vasco -y sobre todo de ser nacionalista vasco- los más veteranos se reunieron y se impusieron la disciplina de ir hábilmente (por vías democráticas, claro está, pero sin olvidarse de apalear el nogal) alcanzando cotas de poder en los ayuntamientos, en las diputaciones, en el gobierno autonómico, etc., al tiempo que se lograba el dominio de distintos sectores de influencia, como el económico, el social y sindical, el profesional, el deportivo, el turístico-gastronómico, el artístico etc., etc., y, sobre todos ellos, el control de la escuela; porque si se ganaba la escuela y se orientaba la enseñanza, todo lo demás iría cayendo en sus manos por su propio peso.
¡Buena lección de escalada nacionalista la que en el País Vasco han dado, en poco más de treinta años, los herederos de Sabino Arana Goiri! ¡Buena lección, viva el cielo! Al fin y al cabo un milagro logrado gracias a la colaboración y entrega de un gran número de nacionalistas vascos de raza española, porque lo que se dice vascos-vascos, biznietos de abuelos con todos sus apellidos vascos, ya casi no quedan.
Ya pueden los del PP y del PSOE tomar nota. En su lugar, uno empezaría por buscar buenos maestros y poner escuela.
A lo mejor, así, algún biznieto de estos independentistas vasco-españoles, aunque integrados, después de pasar por esa escuela y sabiendo historia, no tendría miedo ni vergüenza en reivindicar su origen español.
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