Cuando digo se pierde y cito a España, no estoy haciendo un cálculo matemático referido a los ocupantes de la "piel de toro"; estoy reduciendo la meditación a las clases medias, con tendencia a una pertinaz caída, y a las clases bajas que pierden fuerza a medida que sueñan con las promesas de los políticos, que ofrecen mucho a los que tienen poco y saquean a los de siempre que, ni mucho menos, sobrepasan el medio pelo.
La inmensa mayoría de españoles -paras resumir-está siendo manejada por unos políticos que tiran a dianas de cartón para cubrir las apariencias con estos efectos: emigran los españoles titulados, para ganarse la vida, hacia países ricos, e inmigran analfabetos, o poco menos, desde los países pobres, para ganar salarios de hambre.
Esto no impide que una mayoría de los tales políticos vivan la comodidad de los mejor dotados y aspiren a más. Es lógico: tienen las llaves del poder.
¿Tiene remedio el caso?
Yo no lo sé y tampoco es fácil adivinarlo. Pero lo viví de joven: cuando un país se descuajaringa termina en manos del zorro o del zopenco, si no es que algún vecino se queda con la despensa.
Entonces, ¿que hacemos? Por lo menos meditar.
Puestos a ello, tras una meditación colectiva, tal vez acertemos. Y tal vez convenga un barrido sin guerra por medio.
¡Un milagro!
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