Existe un argumento al que los seres humanos recurren con frecuencia inaudita para conseguir adeptos: "No soy como esos que parecen buenos y viven de explotar al prójimo ". Esta falsa lógica, bien adobada, es la base del éxito de los políticos; no de todos, pero sí de un mayoría.
El vocablo "democracia", riza el rizo de la abnegación si, ademas de estar pendiente del bienestar del prójimo, convence a las multitudes de que los "otros", son reconocidos malhechores. Sólo queda esperar los resultados de las próximas elecciones. ¡Oro chasco!
Y así, en medio de una dialéctica que maneja la basura a paletadas, vamos tirando. Pasan los días, crecen las broncas, gastamos el dinero en elecciones, aumenta la pobreza y la capa no aparece.
¿Qué pasa aquí, en España, y en otros países? Que hay demasiados políticos que por todo bagaje solo ofrecen la cara dura de la ignorancia que siempre fue muy atrevida.
¿Y cuanto nos cuestan esos políticos de segunda?
En España hay que reunirse para negociar. Lo primero que hacen nuestros políticos de pacotilla, es publicar principios inamovibles y vetar el diálogo con quienes más lo necesitan. Y termina por triunfar lo que perjudica a los más en beneficio de unos pocos:eso es pastelear.
Hay muchos pobres en España y según parece la mayoría quiere un trabajo dignamente remunerado. Es un hueso difícil de roer. No se resolverá este problema desde la disparidad irreversible. Se hará crónico y fomentará el trabajo sumergido y mal pagado. El problema se dilata y crece al paso del tiempo. Y mientras tanto, el talento democrático crea problemas de convivencia que a todos nos robarán energía, tiempo, salud y dinero tal y como sucede en Cataluña.
La política en España está necesitada de escuela. No se confundan, He dicho escuela, no universidad. Esa llegará después si se obra con lógica.
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