Un decidido aragonés - Joaquín Costa - analizó, en el último tercio del siglo XIX
las circunstancias que incidían en el malestar de la España que le tocó vivir. Se puso a pensar cuando la mayoría de sus compatriotas andaban por su mundo un tanto aborregados con su analfabetismo a cuestas, pero satisfechos, suficientes, orgullosos... y mal alimentados.
Joaquín Costa dió con la fórmula: escuela y despensa. Los políticos de entonces -cómo los de ahora- siguiendo la estela de otros países vecinos, empezaron a darse cuenta de la importancia que tenía, para prosperar, una buena y completa enseñanza. Llegó la luz tardíamente. Y pese a ello, la España posterior se metió en una guerra incivil y en otras zarandajas.
Pero... ¿Qué pasa? ¿No es suficiente la enseñanza que hoy se imparte en las escuelas contemporáneas de España?
Otro decidido español el filosofo, escritor y pedagogo, José Antonio Marina, en su obra "Despertad al Diplodocus", nos anuncia: "Las grandes empresas informáticas -Google, Microsoft, Apple, Samsung, Cisco, IBM- aspiran a ser grandes agentes educadores mundiales e invierten cantidades ingentes de dinero -y de talento- en investigaciones pedagógicas"
¿Y en España? ¿En qué invertimos?
Usted lector tiene datos publicados sobre nuestros políticos y sus inversiones fallidas: . Un dineral para muy poco o para nada.
La enseñanza de vanguardia llegará a España desde otras latitudes. Tomen nota: cuando llegue orillará a la docencia al uso, hasta extremos injustos. Despreciarán sin motivo la enseñanza de pizarra y tiza. Es un decir: nos costará un buen dinero.
Dinero a pagar por la familias, ¡Claro! No lo olviden.
El cambio que España se merece no llegará por otras vías. Tampoco se olvide.
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