Si lo primero que hace un Gobierno, a poco de tomar posesión de sus carteras los ministros que lo integran, es establecer un articulado control de la enseñanza, no caben dudas: estamos ante un poder ejecutivo con ínfulas totalitarias que tratará de cubrirlas con banderas y símbolos democráticos.
Se puede afirmar, en román paladino, que en la España nación y en sus nacionalidades adyacentes, pese al ordenamiento constitucional y a la Carta de los Derechos humanos de las Naciones Unidas, ambas vigentes en este País, no existe libertad de enseñanza, si se considera como tal el derecho que tienen los padres elegir la educación de sus hijos en el idioma o idiomas y credo o credos que quieran, una vez cumplidos los requisitos mínimos que garanticen la eficiencia docente deseable, como sucede entre los países punteros del Universo.
No se puede afirmar que existe libertad de enseñanza, cuando el modelo impartido en centros escolares españoles subvencionados, viene impuesto por los Gobiernos del color que fueren, ya que quien pone el dinero no suele renunciar ejercer la influencia que conviene a sus intereses políticos, como sucede en Cataluña y en el País Vasco, a las claras, y en otras comunidades autónomas con apoyos legales.
No habrá libertad de enseñanza hasta que no sean los padres y particulares interesados los que abonen el coste de la misma y tengan libertad para exigir a los gobiernos y a los docentes, dentro de un orden, su aplicación.
Con este fin, en algunos países funciona el "cheque escolar" que lo reciben los padres desde el sector público, para abonar la enseñanza de sus hijos en centros -oficiales o privados- que libremente elijan sin cortapisa alguna.
No hablen en España del "cheque escolar" porque dirán que va contra la escuela publica, (consagrada como intocable), cuando no tendría por qué ser así, si se hicieran las cosas con arreglo a una Constitución incumplida incluso por los llamados a dar ejemplo.
No lo olviden: ni las derechas ni las izquierdas quieren la libertad de enseñanza, aunque pesuman de ser demócratas a machamartillo. ¡Mentira y gorda!
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